lunes, 23 de noviembre de 2015

Rumbo hacia la felicidad.

Caminábamos sin cesar, sin un rumbo determinado. Bueno, teníamos un rumbo, pero ese rumbo no era ninguna calle, ningún lugar, ni siquiera estaba marcado en ningún mapa del planeta. Rumbo hacia la felicidad, ese era mi rumbo con él, mi meta, alcanzarla y permanecer allí por siempre. 
Las calles se nos quedaban pequeñas. Múltiples miradas notábamos, adolescentes hacían comentarios y parejas veinteañeras también. Niños nos miraban con cara de rechazo, pensaban, y decían en alto ''fos'', cada vez que nos dábamos un beso. 
- ¿A dónde vamos? - preguntó extrañado.
+ A dónde quieras. Contigo iría a cualquier parte del mundo, pero sólo si es contigo.
Ahora, su brazo rodea mis hombros, me da un beso en la frente y esperamos a que el semáforo se ponga en verde para poder cruzar el paso de cebra, y así, poder caminar por esas calles dónde nos sentimos observados.